Una buena dieta debe ser variada y equilibrada y, en la medida de lo posible, respetar unos horarios fijados para que el organismo se acostumbre y así evitar ataques de hambre
En la búsqueda por tener un peso saludable y una mejor calidad de vida, miles de personas están tratando de mantener una buena dieta, acorde a las necesidades de su organismo.La nutrición es un complejo proceso que interviene en el metabolismo, las habilidades físicas y mentales y otras funciones determinantes para la salud. El tema ha ganado más importancia en los últimos años, sobre todo porque se han desmentido muchos mitos de los hábitos alimentarios que anteriormente hacían tomar malas decisiones.
Hoy en día hay más interés por adoptar planes de alimentación completos y balanceados, aunque sus efectos sobre el peso corporal no sean tan instantáneos como los que brindan las populares dietas “milagro”. Y es que, aunque muchas dietas son atractivas y causan tentación, existe más información sobre sus efectos secundarios y la importancia de comer sano de manera permanente.
¿Cómo se debe iniciar una buena dieta? Si bien es necesario tener en cuenta la edad y las posibles enfermedades de cada uno, hay algunas generalidades que todos pueden poner en práctica.
1. Comer sano y variado
El primer condicionante para hacer una buena dieta es que esta contenga todos los nutrientes necesarios para el cuerpo. Estos deben incluirse en las cantidades adecuadas, sin sobrepasar el número de calorías diarias recomendadas. Para que dicho requisito se cumpla, es esencial variar los alimentos de cada comida, asegurándose que puedan cumplir con las necesidades nutricionales de cada uno.Es válido comer “de todo”, siempre y cuando los alimentos que se elijan sean de buena calidad, en su mayoría orgánicos. Esto quiere decir que, en lo posible, se deben evitar las comidas industriales o prefabricadas.
Una buena dieta puede incluir:
- Carnes magras y pescados
- Lácteos y huevos
- Frutas y vegetales
- Cereales integrales
- Frutos secos y semillas
- Aceites vegetales (oliva, girasol, coco, etc.)
2. Incrementar el consumo de agua
Uno de los errores que más cometen las personas al momento de adoptar una dieta es pasar por alto el consumo diario de agua. Si bien su importancia se ha destacado en muchas oportunidades, algunos la siguen reemplazando por bebidas poco saludables.- Este líquido vital participa en muchas funciones del organismo y, por lo tanto, resulta imprescindible para gozar de una buena salud.
- La recomendación es consumir entre 6 y 8 vasos al día, ya sea sola o en infusiones y bebidas saludables.
- Su ingesta se debe incrementar durante y después de la realización de ejercicio físico, o en situaciones como el embarazo y la lactancia.
3. Limitar el consumo de sal
La sal está compuesta por sodio y cloro. El sodio es uno de los nutrientes que se encuentran de forma natural en una gran variedad de alimentos. Su adecuada absorción ayuda a mantener en equilibrio los electrolitos y la presión arterial.
El consumo excesivo de sal, que ocurre en muchas dietas, acarrea peligrosos efectos en la salud. Por esta razón, para que la dieta sea sana, es esencial disminuirla al máximo de todas las comidas.
- Comer alimentos ricos en sodio eleva el riesgo de afecciones cardíacas y renales.
- Lo idóneo es buscar alternativas saludables para condimentar los platos, como especias, hierbas o aceites, entre otros.
4. Moderar el consumo de grasa
Hoy en día es muy fácil excederse en el consumo de grasa debido a los productos alimentarios que se adquieren en el mercado. Aunque no todos contienen grasas dañinas, la mayoría aportan grasas saturadas, exceso de calorías y bajo índice de nutrientes. Para no sufrir desórdenes metabólicos o sobrepeso, es conveniente limitar al máximo estos alimentos. En su lugar, se deben ingerir grasas “buenas” como las que aporta el aceite de oliva, el aguacate o los frutos secos.
- Lo ideal es leer las etiquetas de los alimentos para evitar aquellos que contienen grasas saturadas o trans.
5. Fijar horarios y dividir las porciones
Tener horarios fijos para cada una de las comidas principales es una buena práctica dentro de los hábitos alimentarios. Dado que el organismo tiende a acostumbrarse, resulta adecuado respetar la hora de comer para evitar crisis de ansiedad o fatiga. Por otro lado es bueno dividir las porciones de comida para 5 o 6 platos pequeños al día. Gracias a este método es posible prolongar la sensación de saciedad mientras se mantiene el metabolismo a buen ritmo.
¿Aún no mejoras tu dieta? Puede que no sea tan simple modificar la alimentación; sin embargo, si tienes en cuenta estos requisitos, tendrás más facilidades.
Antes de comenzar los ajustes alimentarios o iniciar una rutina de ejercicios, es necesario que te tomes un tiempo para comprender realmente los cambios a los cuales someterás a tu cuerpo durante los próximos meses.
La manera más sencilla de superar el síndrome postvacacional que muchas personas pueden experimentar es implementando una rutina que se adecue a nuestra nueva realidad. Así, la mejor forma de hacer este cambio es entendiendo que ya no nos encontraremos con tanto tiempo libre. Es momento de trabajar en nuestro deseo de cumplir una determinada meta, como bajar de peso o reincorporarnos a nuestra rutina laboral.